El 1º de junio de 1981, Sergio y Pablo protagonizaron uno de los casos policiales más horrendos de la época cuando asesinaron a su padre, Mauricio, y a su madre, Silvia. Huyeron, los atraparon y condenaron a prisión perpetua. En 1995, Sergio salió en libertad condicional y se acercó a las Madres de Plaza de Mayo, a quienes engañó y estafó. Hoy vive en las afueras de Rosario y se las rebusca como albañil.