El caso de Lucila conmocionó a la sociedad. En 2003, su cuerpo violado aparecía sin vida junto a las vías del tren, en el barrio porteño de Núñez. Tenía 16 años. Nunca hubo un solo acusado. Casi sin esperanzas, su madre insiste en la necesidad de crear un Registro Nacional de Huellas Genéticas.